16 noviembre 2015

LOS MEDIOS HEGEMONICOS


Estoy cansado de escuchar esta remanida frase, que muchas personas conocidas mías, y también muchos funcionarios de este gobierno, repiten casi a diario, para justificar casi cualquier cosa.

Como soy una persona muy inquieta, no me gusta repetir como un lorito todo lo que se dice, y me gusta investigar el origen de las cosas, me puse a reflexionar para tratar de desentrañar, de qué cosa hablamos, cuando hablamos de “medios hegemónicos”.

Entonces me acordé, que hace varios años, en la facultad había estudiado algo relacionado con esto, y me puse a buscar en libros y apuntes de mis épocas de estudiante, y me encontré con un libro del autor que habla precisamente de este tema: La Hegemonía Cultural. Se llama Antonio Gramsci.

Pero veamos primero quién fue Gramsci:

Antonio Gramsci fue un político, sociólogo, antropólogo y lingüista de comienzos del Siglo XX, y fue el fundador del Partido Comunista Italiano. Durante el régimen fascista de Benito Mussolini, fue encarcelado, con lo que a nadie le puede quedar ninguna duda del origen de su pensamiento filosófico. Tengamos en cuenta que estamos hablando de 100 años atrás.

Gramsci es el autor de la teoría de la hegemonía cultural, que describe cómo los estados usan las instituciones culturales para mantener el poder, y no apelar así, a la cronicidad de las guerras.

Ahora que ya sabemos quién fue Antonio Gramsci, ahondemos un poco más en su famosa teoría de la hegemonía cultural y repasemos este concepto con sus propias palabras:

“Desde un aspecto social, se entiende como ‘hegemonía cultural’ la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las producciones y las publicaciones culturales.”

Es decir, queridos amigos, que si trajéramos la muy antigua teoría de nuestro amigo marxista Gramsci, los verdaderos medios hegemónicos, serían aquellos que el estado usa para persuadirnos y someternos al pensamiento homogéneo que pretende imponer.

En esta categoría entrarían la Radio y TV Pública, y todos los medios privados que fueron adquiriendo empresarios amigos del poder, y que se sostienen con pauta oficial, como C5N, CN23, los canales 9 y 11, Página 12, El Argentino, y la lista podría prolongarse indefinidamente.

Los medios independientes, como Clarín, La Nación, canal 13 y TN, en realidad son opositores a la “hegemonía” del gobierno.


Muchachos de La Cámpora y otros simpatizantes partidarios, adictos y seguidores, a ver si se ponen a repasar un poco de la literatura del siglo pasado que sustenta su pensamiento "progresista", adaptándola a la situación actual, porque les recuerdo que ahora, y desde hace 12 años, el gobierno son ustedes, y el pensamiento hegemónico, también.

Prof. Eduardo Esarte

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20 junio 2015

El color del viento




Vivimos en la era de las imágenes, donde pareciera ser que todo lo que tiene valor, primero debe ser percibido por la vista.

“Si no lo veo, no lo creo…”, se afirma para legitimar algo que no hemos comprobado.

Todo lo queremos ver, y queremos vernos bien a nosotros mismos, para ser valorados por los demás, y en esa alocada carrera por vernos bien, nos olvidamos de la verdadera esencia, que como decía El Principito de Antoine de Saint Exupery, es invisible a los ojos.

Como sociedad visual, hemos elegido para nuestras vidas la obviedad y el realismo de las imágenes, por sobre la riqueza extraordinaria de la imaginación y las emociones.

La actriz y bailarina Eliana Manzo, que a raíz de una rara enfermedad, comenzó a perder la visión a los 16 años de edad, hasta quedar totalmente ciega en la actualidad, asegura que cuando el sol le da en la cara, se imagina el amarillo, si pone los pies en el mar se imagina el azul, y hasta se permite imaginar o inventar colores o aromas que no existen, como el del viento.

“Los que ven, no se permiten ver el color del viento…”

Eliana asegura, con total autoridad, que no es que haya desarrollado más sus otros sentidos, si no que ahora les presta mayor atención.

“La mayoría de la personas toman las decisiones por lo que ven –continua diciendo Eliana - Vivimos en un mundo donde pareciera que lo único que importa es lo que se ve… Cuando te permitís experimentar con los otros sentidos, terminás conociendo lo que es en realidad, y no lo que se ve…”

“Es cierto yo perdí la vista, pero gané otro montón de cosas, porque los que ven, en realidad no ven…”

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Queda claro, por lo que nos dice Eliana, que por priorizar la vista, no perdemos la sensibilidad de los otros sentidos. Simplemente, que no les prestamos atención.

El sentido del oído por ejemplo, está asociado al significado de las cosas que oímos.

Para entender algo, alcanza con oír un relato, y la imaginación hace el resto. No es necesario ver las cosas para poder comprenderlas. Frases como: una mañana apacible, una noche tormentosa, un ser diabólico, un amor intenso... o indecente... o un aburrimiento extraordinario, no necesitan mayores explicaciones, ni necesitan ser percibidos por la vista.

Las cosas que nos rodean, tienen colores, texturas, sonidos y aromas. Cuando solamente las vemos, seguramente pasan desapercibidas sus otras propiedades.

La vista es totalmente racional, y percibe la realidad externa de las cosas, y como tal, no es capaz de reconocer la verdadera esencia, porque no todo lo que se ve, es auténtico. Los sentidos como el tacto, el olfato y el oído, apelan a nuestras emociones y a nuestra imaginación.

Se puede acariciar a la persona amada en la oscuridad, y no es necesario ver para eso.

El aroma del pan recién horneado, puede evocar recuerdos de nuestra infancia, cuando la abuela cocinaba como solo ella podía hacerlo, y aunque ya no esté, podemos imaginarla y recordarla, y no es necesario verla.

Las artes en general, ocupan un espacio simbólico muy importante  en el mundo emocional de las personas. Pero hay algunas expresiones artísticas en particular, que nos llegan más profundamente, y hacen vibrar una clave íntima, como si fuera la combinación exacta de la llave del alma.

En particular nos pasa con la música, más que con ninguna otra expresión del arte. Es como si existiera cierta combinación de sonidos, o de notas musicales, que resuenan en nuestro interior de una manera especial, generando una empatía sonora, que a su vez es capaz de despertar la emoción.

Es difícil de explicar con palabras, por qué algunas canciones logran ensamblarse tan fuertemente con nuestro ADN, hasta llegar a emocionarnos, y muchas veces, porque no, llenar nuestros ojos de lágrimas.

Cuando oímos música, muchas veces cerramos los ojos para apreciarla mejor.

A mis alumnos del ISER, suelo proponerles una experiencia para ejercitar la capacidad de construcción simbólica, a través de los códigos comunicacionales sonoros, que consiste en apreciar solamente la banda sonora de una película, dando vuelta la pantalla, para no ver la imagen, y luego a través de los relatos, tratamos de reconstruir entre todos la imágenes que no vimos.

Es muy interesante apreciar lo resultados de esta experiencia, y comprobar que la imaginación, puede ser mucho más poderosa que la realidad misma.

A diario recibimos estímulos, que no siempre percibimos, o al menos no lo hacemos en forma consciente.

Las cosas que nos rodean tienen sonidos y hacen ruidos, a los que no siempre les prestamos atención consciente, pero que constantemente percibimos en forma subconsciente.

Los fabricantes de productos de consumo, conocen perfectamente la experiencia que producen los sonidos, y pequeños ruiditos, chasquidos, clicks y crujidos. Estos sonidos no siempre son aleatorios, sino que más bien son manipulados expresamente, con el fin de que transmitan determinadas sensaciones.

Sutiles señales auditivas pueden hacer una gran diferencia para los compradores a la hora de elegir entre varias marcas, dicen las empresas.

El ruido identificatorio, en la mayoría de los casos, no es lo primero que los consumidores notan de un producto, pero cuando es bueno, no tardan en apreciarlo, dicen los responsables de marketing. Los llaman ‘intangibles’.

Una conocida marca de cosméticos lanzó al mercado un rímel que produce un suave chasquido cuando la parte superior se cierra con un giro. El sonido indica que el producto se cerró correctamente, y que el líquido no se secará. Sin embargo, de manera más sutil, ese pequeño sonido transmite la elegancia de la fórmula, según un experto en marcas.


Nada de esto está librado al azar. Desde el ruido que hace un marcador al deslizarse sobre el papel, que forma parte de la experiencia de uso de ese producto, hasta el ruido que hace la bolsa de los snacks cuando las arrugamos.

Todos los ruidos que percibimos, son códigos simbólicos que trasmiten determinadas ideas.

Por ejemplo el ‘plop’ que genera el vació en una tapa metálica de un frasco, intencionalmente curvada para que ‘suene bien’, nos da la sensación de que el producto es fresco, y de que no ha sido abierto antes.

Ese ‘plop’ solo se produce al abrirlo por primera vez, pero a pesar de que no volverá a repetirse, constituye una experiencia memorable para el producto.

Una experiencia ruidosa, también puede resultar contraproducente. Hay cosas que deben ser silenciosas, porque los consumidores aprecian que lo sean.

Una conocida marca de protectores íntimos femeninos, desarrolló un envoltorio plástico con una textura especial, que no hace ruido al ser manipulado o arrugado. El responsable de marketing de la empresa, afirma que han valorado las experiencias de las adolescentes, que pedían mayor privacidad cuando lo utilizan en baños públicos.

Como parte de su última campaña de publicidad en Argentina, el año pasado, la empresa Oreo lanzó un divertido comercial en el que se aprecia una auténtica sinfonía hecha con los sonidos de sus galletas. De esta forma, un sinnúmero de ‘crunchs’ de galletas rotas, mordidas y arrojadas se juntaron con el crujiente ruido de los empaques para crear una simpática melodía.

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El mundo que nos rodea, está repleto de sonidos, algunos agradables y complacientes, y otros ásperos y antipáticos. El oído, en ambos casos es capaz de transmitir al cerebro estas sensaciones, y generar diferentes reacciones emocionales.

Prestar mayor atención a los sentidos que menos utilizamos, seguramente nos ayudará a percibir mejor el sentido de las cosas y su verdadera esencia, y hasta quizás, podamos conocer el color del viento...

Se trata sin dudas de una costumbre que vale la pena ejercitar.


Prof. Eduardo Esarte

16 mayo 2015

LA RADIO “MULTIMEDIA”


PRIMERA PARTE 
Una mirada crítica

En 1938 Orson Welles, con tan solo 24 años de edad, fundaba la Compañía Mercury Theatre y revolucionaba el género radial a partir de su adaptación de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells.

La transmisión radial por la cadena CBS, fue tan escalofriantemente vívida, que muchos oyentes, que escucharon sin preaviso el programa, creyeron fehacientemente que había una invasión de extraterrestres en Nueva Jersey, causando pánico en todo Estados Unidos.

Efectivamente, en la noche del domingo 30 de octubre de 1938 tuvo lugar la retransmisión en directo de esta adaptación radial que fue enfocada como un programa musical, que se veía interrumpido numerosas veces por avances informativos en vivo, que comunicaban a la población que los Estados Unidos estaban siendo invadidos  por extraterrestres que habían llegado a Nueva Jersey y que estaban procediendo al exterminio de las personas. La representación fue aderezada con supuestas entrevistas a testigos oculares y con miembros del ejército (en realidad todos actores), conexiones en directo con Nueva Jersey y gran variedad de efectos sonoros (ruidos de multitudes presas del pánico, disparos, chillidos, etc.)

La multitud de oyentes que sintonizaron la radio tardíamente (coincidió que esa noche la cadena líder en audiencia tuvo un programa poco interesante…) no escuchó la presentación en la que se indicaba que todo era una obra radioteatral y lo tomó como un noticiario real, generalizándose rápidamente el pánico. A los cuarenta minutos de representación hubo otro recordatorio de que era solamente una representación teatral, pero ya era demasiado tarde…

Miles de personas, familias enteras, sobre todo en Nueva Jersey, abandonaron sus hogares, llevándose consigo algunas de sus pertenencias, colapsaron las carreteras tratando de huir refugiándose en el campo. Se registraron multitud de llamadas de socorro a la policía, e incluso se movilizaron algunas unidades del ejército.

La increíble repercusión de este fenómeno radial, a tan solo 18 años de su invención, sirvió para comprender el impresionante poder que tiene un medio de comunicación como la radio.

Hoy a casi un siglo de su creación, la radio sigue teniendo el mismo poder de convocatoria, y la misma influencia sobre sus oyentes, que supo tener por aquellos años. Lo único que ha cambiado, son los códigos comunicacionales, que han ido evolucionando al ritmo de la sociedad moderna en su conjunto.

La electricidad y la química entre la radio y sus oyentes construyen un proceso comunicacional difícil de describir. La radio no podría existir sin la complicidad de sus oyentes, que son los que construyen las imágenes que no tiene, en sus propias mentes.

Probablemente en este aspecto, sea el medio más legítimo para los consumidores, que participan activamente del proceso de la mediación, aportando con su imaginación para construir las imágenes a su antojo, cerrando el ciclo de interactividad de la comunicación.

No solo con palabras o imágenes se puede comunicar. La radio a lo largo de su existencia, ha sabido crear un lenguaje sonoro, fino, rico y simbólico, para la construcción de sentido y la producción de conceptos.

De este modo, a través de sus múltiples recursos sonoros, música, palabras, efectos de sonido, o bien mediante la ausencia de algunos de ellos, o el uso de los silencios, la radio es capaz de transmitir ideas, conceptos y emociones.

La sola utilización de los recursos sonoros para comunicar, permite a los oyentes no ocupar todos sus sentidos en la escucha, lo que les da la posibilidad de realizar otras tareas en forma simultánea, sin atrapar toda su atención. Por ejemplo, todos alguna vez hemos conducido un vehículo escuchando la radio, y podemos poner toda nuestra atención en el manejo.

Los medios que transmiten imágenes, como la televisión, o Internet, no pueden lograr esto con sus televidentes, a los que para consumir el medio, se les requiere de máxima atención sensorial, visual y auditiva, impidiendo la realización de otras tareas que requieran su completa concentración.

Además, hay también una cuestión espacial que no puede eludirse. Para poder ver la televisión, hay que estar sentado frente a ella, o al menos estar en el mismo ambiente. Lo mismo que para el uso de Internet,  hay que estar frente al computador, o al dispositivo que se esté utilizando. Para poder leer un libro, o un medio gráfico (diarios y revistas) hay que tenerlos en las manos, y al alcance de la vista.

En cambio la radio, se puede escuchar con la sola condición de que se encuentre dentro de una amplia zona de audición.

Como ejemplo, digamos que un mecánico trabajando en la fosa de su taller, no podría consumir ni TV, ni Internet, ni medios gráficos, pero sí podría estar escuchando la radio, y continuar con su trabajo sin distracciones.

Los recursos sonoros de la radio son ilimitados a la hora de comunicar. Una narración bien ambientada, con música y efectos sonoros apropiados, es capaz de transmitir climas y emociones al oyente, que el texto solo, de por sí, no podría lograr.

En la radio se puede hacer referencia a “un mar embravecido…”   y todos somos capaces de entender a qué se hace referencia.

Pero si a ese relato lo ambientamos con el sonido de las olas rompiendo en un acantilado, podemos experimentar una sensación inigualable, porque ese sonido forma parte de nuestra memoria emotiva, y seguramente se encuentra asociado a alguna experiencia personal que podemos evocar.

En la década de los años 30’s, cuando se comenzó a experimentar con la transmisión de imágenes además del sonido de la radio, y comenzaron a verse, en forma rudimentaria todavía, las primeras transmisiones de la televisión, todos auguraban que con el tiempo, la televisión se convertiría en el reemplazo natural de radio, porque incorporaba la imagen que aquella no poseía.

A pesar de la enorme evolución tecnológica que tuvo la TV en los años posteriores, como la incorporación del color y la continua mejora de la calidad y definición de la imagen, nunca se cumplieron las profecías que predecían la desaparición de la radio, sino que más bien ambos medios se consolidaron, junto con la prensa escrita, como complementarios unos de los otros.

Varias décadas después, con la popularización de la tecnologías informáticas, y la aparición en el escenario de la Internet, nuevamente se comenzó a teorizar sobre la desaparición de la radio, los periódicos y hasta de la propia TV, porque supuestamente esta plataforma reemplazaría a todos de un plumazo, y todo pasaría a través de las redes que dominarían todo la escena.

Muy pronto empezaron a aparecer cientos o miles de las denominadas “radios por Internet” que con muy bajos costos de producción, y sin ninguna regulación a la vista, crecían como moscas en la red, y que constituían el supuesto reemplazo de las radios tradicionales, que nunca fue.

La radio una vez más sobrevivió a los agoreros que tantas veces decretaron su muerte. Lo cierto, es que el medio de comunicación electrónico más antiguo que posee la humanidad, está próximo a cumplir un siglo de existencia, que no es poco, y a pesar de ello, aún goza de buena salud.

Prueba de ello, son los resultados de las encuestas. No me voy a referir a las mediciones de audiencia de IBOPE, que suelen ser injustamente cuestionadas, sino a la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales[i] llevada a cabo por Secretaría de Cultura de la Nación en el año 2014, donde se afirma: “La radio sigue vigente tal y como lo demuestra el porcentaje de usuarios que diariamente la escucha: 86% de la población.”

En el mismo estudio podemos verificar que la radio es, además, un hábito que se sostiene a lo largo del día: el 60% de la población escucha radio entre 1 y 3 horas por día y sólo un 5%, menos de una hora diaria.

Pero lo más esclarecedor es que cuando se les consulta a los encuestados de todo el país, con qué aparato escucha la radio, resulta que el 78% usa el aparato receptor de radio tradicional, y solo un 12 %  usa el celular como dispositivo principal de escucha.

Y la radio por Internet..??  

La realidad es que según el estudio, solo el 3 % usa una PC o una tablet para escuchar la radio.
Otro estudio realizado por la organización NOP World Culture ScoreTM denominado Index Examines Global Media Habits[ii], coincide con los datos el estudio anterior y coloca a la Argentina como el país de mayor consumo radial en el mundo, asignándole 20,8 horas semanales de escucha per cápita, seguida por Brasil con 17,2 horas y Sudáfrica con 15 horas.

Sorprendido por las cifras..??  

No debería sorprenderse tanto, porque en este caso, como en muchos otros, suele confundirse a la gente con suposiciones que son incomprobables, y que a la larga, la realidad termina desmintiendo.



SEGUNDA PARTE 
El canto de las sirenas

En el año 1909 el pintor victoriano Herbert James Draper trató de recrear el mito de Ulises, tal como lo describe el canto XII de la Odisea, en una magnífica obra que llamó “Ulises y las sirenas”.

La mitología describe que advertido por la diosa Circe de lo peligroso que era el canto de las Sirenas, Ulises ordenó tapar con cera los oídos de sus remeros y se hizo atar al mástil del navío. Si por el hechizo musical pedía que lo liberasen, debían apretar aún más fuerte sus ataduras. Gracias a esta estratagema Ulises fue el único ser humano que oyó el canto y sobrevivió a las sirenas, que devoraban a los infaustos que se dejaban seducir. Al verse vencidas, estas criaturas monstruosas se precipitaron al abismo.

Al igual que la figura de los centauros, (mitad hombre mitad caballo), las sirenas en la mitología griega, eran una especie de híbrido, compuesto por el torso de hermosas y seductoras mujeres, pero con cola de pez.

Del mismo modo, la moderna mitología urbana, fogoneada por la Internet, trata de crear nuevos modelos híbridos para tratar de imponer nuevas tecnologías, que por sí solas, no poseen sustento propio, porque es la única forma que encuentran para seducir a sus usuarios.

Es así como las nuevas sirenas del siglo XXI, encarnadas en supuestos desarrolladores de nuevas tecnologías, que se autoimponen como iluminados precursores de nuevos modelos comunicacionales, promueven el neologismo de la “Radio Multimedia” que en su propia definición resume la contradicción de la hibridez, como los centauros, y las sirenas.

Veamos si podemos aclarar un poco esta contradicción. El término “multimedia” hace referencia a múltiples formatos de medios, como los visuales, auditivos y gráficos. La Internet, básicamente es eso, una plataforma multimedial, y como tal posee sus propios códigos comunicacionales, basados en ese concepto multimedial.

Pero cuando se lo intenta asociar con el concepto de “radio” que es un medio que solamente maneja recursos sonoros, es cuando se produce la contradicción. La radio es radio, en tanto y en cuanto, base su comunicación en la transmisión de sonidos. Cuando se le agrega la imagen, más bien deberíamos pensar que es televisión.

Pero como los códigos comunicacionales de la televisión son lo suficientemente complejos y costosos, como para que las personas que se dedican a esto la puedan llevan a buen puerto, eligen la radio, porque según su criterio, es más fácil y más barato.

Así es como, en forma parasitaria, tratan de aprovechar el prestigio de la radio como medio comunicacional, para crear un híbrido que llaman “radio multimedia” o radio con imagen.

Cuando la radio tiene imagen, deja de ser radio, renunciando a sus propios códigos, y pasa a ser televisión mal hecha, porque también renuncia a los códigos televisivos.

Será necesario entonces que los creadores de estos engendros híbridos, encuentren su propia forma de comunicación, creando sus propios medios, con sus propios códigos multimediales, y dejen de colgarse de las polleras de la radio.

La radio con imagen no existe. A quien puede interesarle ver lo que pasa adentro de una radio..??  
Donde queda la imaginación del oyente…???

Por otro lado, cómo se puede comunicar y tratar de construir sentido, cuando el 90 % de la audiencia no puede ver las imágenes a las que hacen referencia, porque solo está escuchando radio, y solo un 10 % de la audiencia ve las imágenes por Internet. Cuáles son los códigos comunicacionales que se van a usar..??   Los sonoros para los que solo escuchan, o los audiovisuales para los ven y escuchan..??

Un verdadero despropósito que solo puede ser pergeñado por mentes trasnochadas, que deberían aprender un poco de comunicación básica, antes de lanzarse a proyectos supuestamente innovadores, que solo viven en su imaginación.

Muchos desarrolladores de herramientas de asistencia para la producción de medios de comunicación, creen que la tecnología es un fin en sí mismo, sobre el cual se pueden construir nuevos modelos comunicacionales  adaptados a esa tecnología, y que ellos son los inspirados creadores de esos nuevos modelos.

Y la realidad es que justamente es al revés de lo que ellos piensan. La tecnología es una solo una herramienta. La verdadera estrella es la comunicación. El desarrollo de nuevos modelos comunicacionales, está en manos de los comunicadores sociales, y no de los tecnólogos.

La labor de los tecnólogos, es analizar el trabajo de los comunicadores, y desarrollar las herramientas tecnológicas para brindar la asistencia de producción que facilite su tarea comunicacional, pero nunca ponerse como centro de un nuevo modelo comunicacional.

No se pone el caballo detrás del carro. Tampoco se pone la tecnología como un fin en sí mismo. La comunicación es el objetivo, y la tecnología es solo una herramienta para facilitarla.

La total ausencia de profesionalidad de los que promueven estos modelos es notoria. El mal uso de las cámaras, la iluminación, los planos, los encuadres y la precariedad de los graph sobreimpresos, asombran hasta al más aficionado.

Justifican el engendro multimedial que llevan a cabo diciendo que ahora pueden mostrar los clips de video cuando emiten un tema musical y que eso atrapa a la audiencia.

La pregunta que me hago es: Quién querría ver clips musicales en una supuesta radio multimedial que programa otro..??

Si alguien quiere ver clips de video, puede armarse un playlist con los artistas de su preferencia en You Tube®, y no necesita que nadie más lo haga por él.

Aficionados de oficio mal aprendido, personas inexpertas, que jamás tuvieron la voluntad de capacitarse, de estudiar, ni siquiera de leer un libro, hoy se han autoimpuesto como los innovadores de la radio.

Para innovar, primero hay que aprender muy bien el modo tradicional de hacer las cosas, y a partir de allí, se puede innovar todo lo que uno quiera. Para transgredir, primero hay que conocer muy bien cuáles son los límites de esa transgresión, y hasta donde se desnaturaliza el código comunicacional.

Poner una cámara adentro de un estudio de radio, es un límite que nunca debería haberse atravesado, y los que lo hacen, lo único que dejan expuesto, es su propia ignorancia.



TERCERA PARTE
Conclusiones

Los medios de comunicación no son una factoría de contenidos, son más bien un servicio.

La comunicación es un servicio que se brinda a la comunidad, que por otro lado es la propia comunidad a la que pertenece quien comunica. Es necesario conocer a las personas de esa comunidad a la que nos dirigimos, y no a una masa que no sabemos bien quienes son.

Los medios de comunicación son un reflejo de esas propias comunidades, y como servicio reproducen los valores y creencias comunitarios.

No conocemos todavía Internet. No sabemos hasta donde llegan las redes sociales. Presentimos que es algo importante a lo que hay que prestarle atención, pero esto recién empieza. Los tiempos son mucho más largos de lo que pensábamos hace algunos años.

La supuesta revolución 2.0 todavía es inacabada e inexplorada, pero a pesar de ello, abundan los gurúes que predicen futuros generalmente catastróficos, o revoluciones que nunca se producen. Todos creen que pueden ser Bill Gates o Steve Jobs.

Detrás de ellos, viéndolos como fracasan día tras día, está la gente real, la comunidad, que espera de sus comunicadores que les brinden un espejo donde verse reflejados, y un referente donde encontrar una compañía.

El comunicador social como referente de su comunidad, tiene un rol de enorme responsabilidad y compromiso. Para asumirlo, primero debe capacitarse, debe estudiar, debe formarse y debe cultivar valores positivos para transmitir a quienes esperan de él un modelo al cual imitar.

No podemos renunciar a esto. No podemos dejar nuestros medios de comunicación en manos de inexpertos aficionados. Dejarnos atrapar por la vanidad de los ignorantes, es el peor riesgo que pude correr una sociedad evolucionada.

Los profesionales de la comunicación, que sabemos que son muchos y muy buenos, los verdaderos comunicadores sociales, algún día deben reclamar los lugares que les corresponden, y echar a los mercaderes del templo, como hizo Jesús.

Vivan los medios de comunicación..!! 

Vivan los profesionales de los medios..!!

Y viva la radio, que dentro de 5 años cumple un siglo de existencia….  Sin imagen….


Prof. Eduardo Esarte





[i]Encuesta Nacional de Consumos Culturales 2014 – Secretaría de Cultura de la Nación - http://sinca.cultura.gob.ar/sic/encuestas/

[ii] Index Examines Global Media Habits - NOP World Culture ScoreTM http://www.marketresearchworld.net/index.php?option=com_content&task=view&id=102


Las marcas comerciales mencionadas son marcas registradas por sus propietarios, y se las nombra al solo efecto de ilustrar el tema.





21 marzo 2015

VIAJAR MAS LIVIANO


En el poema titulado "Instantes", que se se atribuye al gran maestro Jorge Luis Borges como uno de sus últimos escritos, aunque no hay pruebas de ello (*), se dice que la vida está hecha de momentos, y estos deben ser vividos intensamente, sin perderse el ahora..

La vida es precisamente eso. Un viaje. Y se aprende a viajar, en el mismo transcurrir del viaje.

A los 85 años, cuando Borges (o quien lo haya escrito) sentía que su viaje ya estaba por terminar, nos dejó como legado en su poema, que si pudiera volver a empezar, viajaría más liviano, y esto no debe ser interpretado solo literalmente.

Viajar más liviano significa desprenderse de las ataduras de la vida, del odio, del rencor, de las vanidades. Desprenderse de las falsas creencias, de los mandatos y de la opinión de los demás, o del qué dirán.

Viajar más liviano significa vivir sin la carga de la culpa, sin miedos, sin problemas inventados, sin preconceptos.

Viajar más liviano es reconocer más dudas que certezas, porque nada está escrito sobre cómo debe ser nuestra vida, y la de los demás.

Viajar más liviano es abandonar la seguridad, salir de nuestro espacio de comodidad, y no tener miedo al cambio.

Viajar más liviano es amar a las personas que elegimos como compañeros de viaje, compartiendo con ellos el devenir del viaje, sin creer que nos pertenecen, o que nosotros somos parte de ellos. Son solo eso. Compañeros de viaje. Nos acompañan durante un trayecto, y un día deciden continuar solos, por otros caminos.

A veces, equivocamos el camino, y avanzamos hacia lugares que no queríamos ir. Pero siempre se puede reconocer el error, y desandar los pasos de nuestro viaje, para comenzar un nuevo camino que nos acerque más a la felicidad.

Otras veces, nos equivocamos al elegir los compañeros de ruta. Quizás sea el momento de buscar caminos separados, y descubrir otras personas que caminaban junto a nosotros, y con el afán de andar, no lo habíamos percibido.

Pero la felicidad no es una meta que hay que alcanzar. La felicidad está en el viaje. Está en esos momentos que nos decía el autor.

No se es feliz en la vida todo el tiempo. Pero sí se puede intentar serlo ahora.

Somos felices por momentos, con las personas que nos acompañan en esos momentos.

Disfrutar de esos momentos, es lo único que importa. Es lo que nos hace ser felices.

El camino es largo, y no vale pena perder tiempo en viajar con personas que no están en sintonía con nosotros, ni explorar caminos que no nos gusta caminar.

Vaciemos nuestras mochilas, para viajar más livianos, elijamos el camino que queremos recorrer y las personas que están dispuestas a acompañarnos, y pongámonos a andar y a ser felices.

No se trata de llegar a ningún lado, si no de disfrutar del viaje.


Prof. Eduardo Esarte



(*) El poema mencionado se atribuye a Jorge Luis Borges, pero nunca fue publicado como tal, ya que no existen pruebas de que lo haya escrito. Algunas fuentes sostienen que en realidad pertenece a la poeta estadounidense Nadine Stair, y también hay otras versiones que lo adjudican a otros autores.
Este es el poema en cuestión:


INSTANTES


Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera,
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.

01 marzo 2015

DEMOCRACIA y REPUBLICA


Muchas veces el uso poco riguroso del lenguaje, y el hecho de que no conozcamos el verdadero significado de las palabras, llevan a que las utilicemos inadecuadamente, o que alguien las utilice mal intencionalmente para confundir o engañar.

Las palabras Democracia y República, tan vapuleadas por estos tiempos en el convulsionado mundo en que vivimos, han sufrido un “desgaste semántico”, por el mal uso al que han sido sometidas por políticos de las más diversas corrientes del pensamiento.

Muchos creen que son conceptos antagónicos. Por ejemplo en Estados Unidos, los dos partidos políticos opositores que se alternan en el poder, se autodenominan, unos Demócratas, y los otros Republicanos.

Otras personas, que no conocen sus verdaderos significados, creen que son sinónimos, y los utilizan indistintamente para referirse a un mismo concepto.

Entonces sería bueno que repasemos el verdadero significado de estos dos términos, definiendo cada uno, para poder emplearlos correctamente, y a la vez para no ser víctimas del engaño, cuando alguien pretenda confundirnos tergiversándolos intencionalmente.

Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. La etimología proviene del griego antiguo [demos] pueblo y [kratos] poder o gobierno.

En términos más modernos, la Democracia se refiere a la forma cómo se eligen los gobernantes. Nuestro país por ejemplo, adoptó la Democracia Representativa, por medio de la cual, las autoridades son elegidas por el voto directo de los ciudadanos.

En cambio, la Republica es un sistema político, que se fundamenta en el imperio de la ley (Constitución) y en la igualdad de todos sus habitantes ante la ley. Etimológicamente el término proviene del latín en este caso, y se refiere a [res] cosa y a [pūblica] pública. Sería “la cosa pública”, o simplemente “lo público”.

Entonces, resumiendo y simplificando estos conceptos, podríamos decir que la Democracia, define el modo en que elegimos a los gobernantes, y que la República establece el modo en que deben gobernar.

Visto desde una perspectiva histórica, la Democracia ha sido la que ha permitido la liberación del hombre de toda forma de opresión, que promueven  otras formas de gobierno, como la Monarquía y otros regímenes totalitarios como la Oligarquía, el Despotismo, o las Dictaduras.

Pero la Democracia por sí sola no garantiza que se respeten los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Cuando hablamos de República, hablamos de eso. La República debe complementar a la Democracia para legitimar la gestión de los gobernantes.

La Republica se fundamenta en la Constitución, que  convierte a la Nación en un Estado de Derecho, que impone limitaciones jurídicas mediante el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos, de la soberanía popular, la igualdad ante la ley, la representación política y la división de poderes.

Entonces una Democracia sin República es una falacia. Para que una verdadera Democracia funcione correctamente, debe existir el imperio de la ley, y se deben respetar los derechos de las minorías.

Se puede ser Democrático sin ser Republicano..??

Si aceptáramos este postulado, la mayoría de los ciudadanos de un país, podrían hacer cualquier cosa, por el solo hecho de constituir la mayoría, y de haber elegido democráticamente a sus representantes.

Por ejemplo, podríamos afirmar que Hitler ha sido un gran demócrata, porque fue electo por una mayoría, y que las atrocidades cometidas por su gobierno han sido legítimas, por el solo hecho de garantizar su representatividad.

Existen ejemplos contemporáneos en el mundo, de gobiernos populistas que llegaron al poder con el apoyo legítimo de las mayorías en procesos electorales democráticos, y luego en el ejercicio del poder han acabado con el Estado de Derecho.

Nadie puede vanagloriarse de ser democrático, sin primero honrar a la República, porque la Democracia no consiste solamente en un acto eleccionario. La Democracia se practica todos los días, respetando las Instituciones de la República, y los derechos de todos los ciudadanos, incluyendo a las minorías.

Justamente para evitar estas desviaciones existe la República. Es la República la que da marco jurídico a la Democracia, para que sean respetados los derechos y garantías de los ciudadanos.

Una verdadera Democracia, en un sentido extenso del concepto, debe respetar la división de poderes, debe tener en cuenta la opinión de las minorías, debe garantizar la libertad de expresión y la publicidad de los actos de gobierno, debe promover la libertad, la justicia social y la igualdad de los ciudadanos frente a la ley, que son los pilares básicos de la República.

No hay Democracia sin República


Prof. Eduardo Esarte