30 mayo 2008

Filosofía Barata


Están los que saben y los que no saben;

Están los que no saben, y saben que no saben;
Están los que no saben, y creen que saben;
Están los que no saben, y aparentan saber más de lo que saben;
Están los que saben y no lo saben;Están los que saben y creen que no saben;
Están los que saben, y saben que saben;

Están los que saben, y saben que les queda mucho por saber, y también saben que el saber no es un don divino, sino que se construye día a día, y que la sabiduría solo se alcanza con el trabajo y el esfuerzo cotidiano, y que para saber, primero hay que saber aprender de los que más saben.
 

Probablemente por eso, Sócrates, el gran sabio Griego, precursor de Platón y de Aristóteles, y gran maestro de la filosofía universal, se animó a afirmar «Solo sé que no sé nada».
 
Hombre de razonamientos agudos y de una capacidad de oratoria extraordinaria, dialogaba con los ciudadanos jóvenes de la aristocracia Ateniense, fingiendo saber menos de lo que en realidad sabía, para hacerlos dudar y poner en evidencia sus errores.

 
Así ridiculizó a todos aquellos a los que la gente consideraba sabios, como filósofos, poetas y artistas, demostrando que en realidad, creían saber más de lo que realmente sabían.

Esta técnica que más tarde se la denominó como la “ironía socrática” fue la que dio origen a su célebre frase: «Solo sé que no sé nada»

Sócrates fue el creador de la mayéutica, que es un método inductivo basado en la dialéctica, que permitía a sus discípulos resolver los problemas planteados por medio de preguntas cuyas respuestas permitían entender el problema.

Siempre he creído entender que esta famosa frase de Sócrates no se trata de un intento de modestia de su parte, si no más bien, a la sensación de saber poco que tiene el que sabe mucho, porque cuanto más se profundiza en algo, más se conoce todo lo que se ignora sobre el tema.

Otra interpretación posible, de las muchas que podrían intentarse, es que haciendo gala de su celebrada ironía, Sócrates haya intentado desacreditar a aquellos que se jactan de saberlo todo, pero que en realidad son unos completos ignorantes.

Y esta clase de individuos son los que a diario nos encontramos en los distintos ámbitos donde nos desempeñamos. Son los soberbios, los mentirosos, los arrogantes, los altaneros, los vanidosos, los embusteros, los farsantes, los miserables, los que creen que se llevan el mundo por delante, y los que emplean la desacreditación de los demás, como único recurso para poder destacarse.

Muchas veces tienen suerte, y encuentran personas desprevenidas que les creen. Porqué no hacerlo...?? si parecen buenas personas y hasta aparentan ser idóneos.

Pero bien digo, aparentan… y solamente aparentan… No es cierto Santiago…?

Si hubieras sido contemporáneo de Sócrates, seguramente hubieras quedado en ridículo, y tu vanidad y arrogancia se hubiera derrumbado en pocos instantes.

Pero como te tocó vivir en este siglo, y desgraciadamente te tocó cruzarte en mi camino, quiero decirte, dos cosas que me parecen muy importantes, y que ojalá te ayuden a reflexionar.

La primera, es que sos un completo ignorante, con todo lo que significan las posibles acepciones del término.
Santiago, de esto no sabés nada…!!!!
Te lo dice alguien que hace 30 años que está aprendiendo y tratando de entender de qué se trata.

Y por último, quiero decirte, que todo el daño que estás provocando, y todo el desprestigio que injustamente provocaste a personas honestas y profesionales idóneos, algún día, se te va a volver en contra (para tu intranquilidad emocional, te digo que ese día no está muy lejano).
La malicia y la falta de códigos, se pagan en vida, y de nada te va a servir esconderte detrás del monje negro que te secunda, para calmar la ira de la represalia.

Finalmente, les pido disculpas a los habituales lectores de este blog, porque saben que no es mi estilo, pero hace un tiempo que me estaba dando vueltas en la cabeza hablar de este tema.
 
Les recomiendo a todos, que lean a Sócrates, a Platón y a Aristóteles, para empezar a comprender de qué se trata la vida, y no transformarse en un completo ignorante sin escrúpulos, ni códigos como Santiago.

Santiago, vos no los leas, porque no te da la cabeza para entenderlos...
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